Thursday, August 31, 2006

La crítica rutinaria al nacionalismo vasco

Ramón ZalloCatedrático de la UPV/EHU

En un artículo (EL CORREO, 25-11-03),

José Luis de la Granja -cualificadoexperto en historia del nacionalismo- advertía del retorno del primer y radicalSabino Arana a la ideología actual del nacionalismo. Alegaba como prueba laevolución del PNV en los últimos años. Esa evolución sería contradictoria,según él, con la última etapa del fundador del PNV, la mal llamada 'etapaespañolista' en la que llegó a reclamar -se entiende que como apuesta tácticoestratégicadentro de un ideario independentista- una «autonomía lo másradical posible y dentro de la unidad del Estado español». Ciertamente, uno nove la contradicción, habida cuenta de que la Propuesta de Estatuto Político dellehendakari Ibarretxe no es tampoco de independencia sino que, al igual queen la 'etapa españolista' de Arana, propugna una «comunidad vasca librementeasociada al Estado español» (artículo1).¿Qué queda del legado de Sabino Arana en el nacionalismo histórico? Mucho,dice De la Granja. Con todo, no le atribuye al nacionalismo vasco los rasgos deintegrismo o xenofobia del fundador del concepto patriótico vasco. ¿Algo hamejorado en 100 años! Tampoco nadie le achaca veleidades autoritariasajenas a las democracias al uso, si se tiene en cuenta que en la época dePrimo de Rivera no chalaneó con la dictablanda como los socialistas, o que enla Guerra Civil se enfrentó al fascismo. En la Prensa y en la historiografía -yesto no va por De la Granja- suelen tener mejor suerte los conservadores. Laparte más deplorable de su historia (etapas integrista, autoritaria, fascista...) noimpide que se les homologue hoy como derecha democrática. Creo que eltributo de sangre ha contribuido a ello. Al socialismo le ocurre igual. Nadie lejuzga al de hoy por el Pablo Iglesias o el Largo Caballero de ayer. Al parecer,nadie tiene historia, salvo el nacionalismo.Para De la Granja, en cambio, sí sigue caracterizándole el «etnicismo», «lavisión mitificada de la historia del pueblo vasco, el antagonismo maniqueoEuskadi/España y la concepción esencialista y patrimonial de Euskadi». Sonlas fórmulas al uso a las que se recurre, también desde hace un siglo, para unacrítica, cómoda, de los nacionalismos vascos sin que, hagan lo que hagan,varíen los argumentos. No digo que no haya manifestaciones en algunos de losaspectos anteriores. Las hay, pero la crítica de De la Granja -por otra parte tancomún en la historiografía progresista- no funciona del todo bien por dosrazones. Una, por olvido del contrapeso y otra, por adelgazamiento.Por contrapeso. Se pueden hacer, y no se hacen, casi las mismas críticas a lasideologías de derecha o de izquierda nacionalistas o patrióticas del ámbitoespañol. O sea, tanto para el nacionalismo español de la derecha, en cuyonombre y del 'orden establecido' hizo una guerra civil, como para el patriotismosocialista español, que no termina de entender eso de la plurinacionalidad y,por lo tanto, tampoco sabe concretar su supuesto federalismo, cayendosistemáticamente en la españolidad con pinceladas autonomistas.Salvando las distancias entre derecha e izquierda, comparten variaspercepciones ideológicas aunque no talantes:-Un 'etnicismo' vergonzante -no declarado pero ejercido- que sostiene suidentidad étnico-cultural en la falacia de que es la común de todos losespañoles, cuando lo es de sólo una parte y, desde luego, no se dice muy altoque el origen identitario de la nación española está en la etnia castellana y noen un contrato cívico entre iguales.-Una 'visión histórica mítica' de España en la que no cuenta la historia de lospueblos o naciones que la conforman, sino sólo la historia de España, desdeuna cierta idea de España como Estado-nación, o sea, la historia de laconstrucción del Estado y que hizo configurarse a una de las naciones comodominante.-Un 'antagonismo maniqueo' España/Euskadi (choque de proyectos nacionalesen los siglos XIX y XX) resuelto en el proceso de construcción del Estado tantoimpositivamente como desde el fácil asimilacionismo cultural y social de loshechos, siendo el remate perfecto que la soberanía resida en el pueblo españoly que cualquier cosa importante de vascos la voten todos los españoles; o sea,el derecho de veto.-Y, finalmente, la concepción 'esencialista y patrimonial' española tiene unamuy larga historia (¿les suenan Viriato, Guzmán el Bueno o el traidor condeDon Julián vendido al moro?) que, en la actualidad, se expresa en el peligrovasco para 'la unidad de España', que como es 'indisoluble no puede estarsujeta a voto popular alguno.Por adelgazamiento. Conviene anotar, para evitar exageraciones, algunoscambios que se han producido en el nacionalismo en los últimos 30 años o quese están produciendo.-El etnicismo está en el origen del nacionalismo defensivo vasco, pero parecesuperarse en buena medida en lo público. Otra cosa son las actitudes de másdifícil erradicación que se constatan en el ámbito privado de sectores de base.Ciertamente es una desidia de los nacionalismos no haber educado en nuevosvalores, los del patriotismo cívico y democrático, de singular éxito en Cataluña.-Hoy, todo lo 'identitario' se vincula a la libertad personal, y son las reglas de lasmayorías amplias las que fijan hasta ahora, vía consenso, los temas mássensibles (leyes de normalización y de educación) y desde dinámicas que sonmás de integración social que de asimilación. El concepto mismo de culturavasca está ganando en complejidad y riqueza, como seguramente secomprobará en el Plan Vasco de Cultura. En el propio texto del lehendakari seconcibe la lengua como un derecho y no como un deber, al contrario que enEspaña. En este terreno hay más riesgos, por las prisas y cierto agonismo, enel nacionalismo radical que en el histórico.-La 'visión mítica de la historia vasca' se ha superado, en parte, por razón de lahomogenización universitaria metodológica y de fuentes, aunque los hechoscasi siempre son interpretables. Su traslado al núcleo de la ideología es máslento. En la historiografía se comprueba que hay historiadores filonacionalistasvascos con un discurso tan científico como el de filonacionalistas españoles, ode no nacionalistas que tampoco dejan de tener identidades e ideologíasdefinidas.-Desde luego, el 'antagonismo Euskadi-España' -no como pueblos sino comoproyectos y ámbitos políticos- no puede dejar de existir mientras el Estado noquiera resolverlo plurinacionalmente. Pero ése es sólo uno de los problemas agestionar, y nadie ignora ya el conflicto interno, entre vascos, también agestionar desde una comprensión plural de Euskadi, entendiendo que hay queconstruir el país juntos, y que se es vasco por vecindad estable y no por lalengua o la ideología.-El 'esencialismo' está en desgaste en los nacionalismos. La legitimidad lacuelgan de los votos, de la democracia, y no de los ancestros. La cultura laentienden combinando recuperación de lo que una historia aciaga marginó y elejercicio de mestizaje dentro de una libertad identitaria; y lo político la asumencomo conflicto de proyectos resolubles por los votos, con compromiso derespeto a las minorías, que es lo que, de verdad, legitima a las mayorías.Estos viajes se están haciendo colectivamente en la cultura política común, detodas las ideologías y no sólo en las nacionalistas vascas. Y de lo que no mecabe duda es de que el acoso de unos, o los argumentos no pedagógicos odemasiado rotundos de otros, no sirven como alforjas para el cambio ideológicosino para los oídos sordos mutuos. Un efecto del antinacionalismo militanteimpermeable y visceral -y no es el caso de De la Granja, que es un historiadorserio- es que impide a los críticos renovar el repertorio y entrar en el meollo delas repertorios mejorables, que los hay en abundancia.Ojalá dentro de unos años podamos decir que unos y otros conciben la nación -tanto la vasca como la española- como contrato, como resultado de unencuentro intercultural, como ejercicio del 'demos', como una ciudadaníainclusiva, que pasa porque el respeto de las minorías sea la legitimidad de lasmayorías, y también como reparación -en el caso de la vasca- de los destrozosde una historia cultural e identitaria discriminada por el centralismo.El Correo23-12-2003

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